viernes, 11 de diciembre de 2015

Filosofía de la Ciencia, especialización de todo profesional

La búsqueda de la verdad: el reto que constantemente nos intriga a los seres humanos. Así como nos da hambre y sueño, también constantemente sentimos sed de conocimiento, ya sea sobre nuestro entorno físico, de lo que hay más allá de nuestro planeta, de nuestro interior o nuestro actuar. Queremos entender lo macro y lo micro.

La filosofía y la ciencia son dos vertientes que se encaminan hacia ese mismo objetivo: la verdad. Mientras la filosofía es, según Sócrates, “el amor permanente a la sabiduría y a la verdad de las cosas”, también es considerada “la madre de todas las ciencias”.  La ciencia, por su parte, es definida por la Real Academia de la Lengua como el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”. El conocimiento obtenido a través de la ciencia es un componente de la sabiduría, la cual es el corazón de la filosofía.

Al ser una consecuencia de la otra, ¿existe entonces una filosofía de la ciencia? Sí, en la actualidad inclusive se ofrecen programas de posgrado en Filosofía de la Ciencia en universidades como la Autónoma de México y la de Salamanca (en conjunto con otras seis universidades españolas). Aunque la Filosofía de la Ciencia se ha desarrollado desde los tiempos de los grandes pensadores griegos, fue hasta principios del siglo XX que se denominó de esta forma. Ésta se ocupa de analizar “cómo se desarrollan, evalúan y cambian las teorías científicas, y de saber si la ciencia es capaz de revelar la verdad de las <entidades ocultas> y los procesos de la naturaleza”.1

La Filosofía de la Ciencia estudia las bases de la argumentación y técnicas científicas; la estructura del razonamiento y la comunicación; la articulación de las ciencias con el desenvolvimiento de la sociedad y los efectos recíprocos de una en la otra; el impacto del conocimiento y desarrollo de la tecnología en el mundo, etc. En fin, es un extenso campo que involucra las interrelaciones de diversas materias. 

Más que la obtención de un título de posgrado como éste, todos, pero con más énfasis los profesionales, estamos llamados al cuestionamiento crítico, a la actualización constante, al desarrollo de ideas y propuestas, y a compartir del mucho o poco conocimientos que tenemos con los demás.

Albert Einstein dijo: “La cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de toda verdad y ciencia”. En definitiva el misterio ha sido uno de los motores que mueve nuestra civilización, de la misma forma que individualmente nos lleva a alcanzar muchas de nuestras realizaciones como seres humanos. Así que, sea cual sea nuestra profesión, mantengamos viva nuestra curiosidad y no olvidemos que “de científicos y filósofos, todos debemos tener un poco”.


1 Definición de la enciclopedia virtual Wikipedia, consultada en julio de 2013.


Artículo publicado en: http://e-revistas.url.edu.gt:1081/Egresados, volumen 1, año 2013.


viernes, 27 de noviembre de 2015

El dinero

El dinero no existe, pero nos han hecho creer lo contrario.  Es simplemente un invento, un intento de “valorar” numéricamente cosas e incluso a las personas equiparándolas con metales o con papel.

En los tiempos posmodernos el dinero es todavía menos que eso, es solamente un dato almacenado en un servidor, una cifra que aumenta en un momento dado y luego va disminuyendo  a través del tiempo; un número, que gracias a los financistas, ha pasado del orden de los naturales al de los reales, porque resulta que puede ser negativo.   Sí, por supuesto sé que un saldo negativo significa una deuda, pero ¿cómo es posible tener menos de cero de algo concreto?  Sin embargo seguimos teniendo la idea de que al realizar un pago “en línea” o una “transferencia”, el dinero se ha “movido”.  Realmente no, solo se cambió un número por otro en una memoria virtual que luego se despliega en una pantalla.

¿Quién es el que designa cuánto vale algo? ¿Un sistema de costeo? ¿El mercado? ¿La legislación? ¿Los negociadores? ¿Economistas? ¿Alguien con el poder de hacerlo? ¿Ideas que se tienen en general sobre lo “escaso” y lo “valioso”?

Existe una técnica de evaluar el nivel de los precios de un país.  Ésta consiste en comparar la cantidad de hamburguesas Big Mac, tomado como un estándar, que se pueden comprar con moneda nacional equivalente a una cantidad de dólares, dando como resultado que no se puede comprar la misma cantidad de bienes en distintos países (ver Índice del Big Mac).  No es esto acaso una muestra de lo amañada que está la asignación de valor monetario. ¿Cómo es que el poder adquisitivo puede variar tanto de un lugar a otro vecino?

¿Por qué vale menos el trabajo de una persona que el de otra? ¿Qué tanto deberían pesar la preparación, la experiencia y la responsabilidad del puesto?

El dinero no existe como algo natural, es simplemente una idea más, que funciona un tanto como medida subversiva para hacer a algunos pocos más poderosos que el resto.  La idea del dinero también se adaptó a la convivencia social debido a la tendencia del ser humano de “acumular”; así sentimos que “tenemos”, como si el tener más fuera a hacernos más felices.  Además, dependiendo de la política monetaria del Banco Central, se puede “crear” más moneda solo ordenando que se imprima o acuñe.

Y del interés, ¡ni hablemos! Tasas fijadas por… ¡¿el riesgo?! ¿La disponibilidad de capital?  Todos números asignados a conveniencia.

Me podrán decir que el dinero ha hecho prácticas las transacciones comerciales. Sí, seguro que sí, aunque también nos ha hecho propensos a ser víctimas de robos.

En fin, existen en realidad los recursos y las personas.  La próxima vez que vea su estado de cuenta o consulte su saldo, piense en lo siguiente: ¿en verdad posee usted eso?  ¿Es que acaso posee algo? Y si lo posee, ¿qué es?




viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Cómo pretendemos calmar la violencia?

Ésta es una pregunta desconcertante de la cual demandamos respuestas, pero las escasas propuestas no logran abarcar una mínima parte de sus implicaciones. Empezando por el hecho de que con frecuencia se utiliza la palabra “combatir” con lo cual inmediatamente se cae en una actitud que induce a pensar en violencia; por lo tanto, sería conveniente buscar un término más significativo, que nos sugiriera otras vertientes para enfrentar el problema, como evitar o calmar.

La muy codiciada paz se construye día a día en cada individuo, familia y comunidad.


Debemos comprender que la muy codiciada paz se construye día a día en cada individuo, familia y comunidad, antes que en la sociedad, y no se puede dejar esta construcción exclusivamente en manos de las personas que ejercen cargos públicos. Tampoco se puede esperar que imponer un castigo a quienes ejecutan actos violentos recompense a los afectados y les devuelva su tranquilidad. Considero que más que únicamente reaccionar, o tomar medidas paliativas, hay que actuar sobre el núcleo del problema.

Pero, ¿cómo podemos llamarnos civilizados, cuando ni siquiera somos capaces de dar la vía al ciudadano del otro vehículo para que el proceso de transportarnos sea lo menos estresante para todos?

Hace falta mucha educación, inculcar principios morales y éticos, compromiso por el bien común, comprensión de la dignidad humana, trabajo duro y no mediocre; en fin, habrá muchas sugerencias más que nos permitan disminuir el clima violento que nos asfixia.

Los actos de violencia que se publican en los medios de comunicación, se comentan en las conversaciones o vemos en las calles, nos afectan a todos los guatemaltecos aunque no las recibamos directamente porque formamos parte de una misma sociedad; nos producen una psicosis en la cual sentimos vedado el derecho a circular por las calles, a la expresión, a la libre empresa.

El ser humano también tiene una dimensión política adquirida, no al participar en X o Y partido, sino simplemente al ser parte de la “polis”, Estado o la ciudad, cada actividad que se realiza en ella es política. Es un deber moral el velar por la construcción de un mejor país desde nuestros hogares, lugar de trabajo, estudios, etcétera, al comprometernos con la excelencia, al influir positivamente en las personas a nuestro alrededor.

Las figuras propuestas para ocupar cargos públicos deberían ser reconocidas por su apuesta constante a la construcción de la paz, al desarrollo social y evidente equilibrio en todas las dimensiones humanas, y nunca por promesas con cimientos débiles incapaces de soportar un proyecto razonable de nación. Ahora bien, ¿qué tipo de paz podemos esperar cuando ni siquiera se logra por parte de los candidatos una participación objetiva y culta en actividades de comunicación de ideas?

El camino hacia el progreso no se puede construir buscando el “estar mejor yo” cuando se perjudica a los demás, pues al final tampoco se logra el bienestar propio. En cambio, el velar por la paz aunque parezca un trabajo más elaborado, es recompensado exponencialmente con satisfacciones y crecimiento tanto personal, como colectivo.

Parque central de Quetzaltenango, Guatemala




viernes, 30 de octubre de 2015

Querida Gaby

Guatemala, día / mes / año


Querida Gaby,

Estoy desenamorada del mundo.  Resulta que el hobby oficial es el de estar “todos contra todos”: patronos vrs. trabajadores y trabajadores vrs. patronos; pobres contra ricos y ricos contra pobres; y de la misma forma, en ida y vuelta, Estado-pueblo, derecha-izquierda, jóvenes-adultos, hombres-mujeres.

Nada parece tener sentido y me siento decepcionada de las actitudes de algunas personas, en especial del egoísmo.  Nadie piensa en los demás y creemos que el “yo” es el centro del Universo. 

Se cometen tantas injusticias bajo las sombras de poderes que no son más que invenciones del mismo mundo.  La avaricia consume tanto a quienes la poseen como a los que se atraviesan en su camino. Lo peor es que el ambiente asfixiante nos hace creer que no hay solución y caer en la desesperanza.

Pero al final de todo siempre hay una luz que brilla y para animar la caminata que de todas formas nos toca hacer es necesario motivación; y como la vida no se tomará la molestia de re-enamorarme tendré que seducirla y conquistarla yo a ella.  ¿Cómo lo haré?  Eso es lo que necesito resolver; estaré trabajando en ello.


Con cariño,


Miriam

viernes, 23 de octubre de 2015

¿En dónde hemos dejado nuestra humanidad?


Esa pregunta me hago muchas veces cuando veo a personas en el tráfico peleando unas contra otras por pasar mientras en lugar de esto todos podríamos colaborar para que fluya de una mejor manera; eso me pregunto cuando se molestan y gritan por cuestiones sin sentido.

Esa pregunta me hice precisamente cuando mi hermana me contó exaltada lo que le sucedió en una gasolinera: una pareja en una camioneta que se colocó detrás de ella en la fila empezó a encender sus luces y bocinar para que saliera rápido de la bomba.  Por más que ella quisiera la gasolina no se dispensa más rápido; además, mi hermana se encontraba embarazada y obviamente en esa condición no es tan fácil hacer acrobacias para saltar en un dos por tres dentro del carro.    

¿Qué hace que nos sintamos más que los demás para culparlos de nuestras prisas, para querer moverlos a nuestro antojo? O bien, en situaciones opuestas, ¿qué hace que no nos importe hacerlos esperar como si su tiempo no valiese cuando podemos ayudarles sin que nos cueste nada?

Ni siquiera pudo conmoverles el embarazo de mi hermana porque al entrar en su carro el conductor de la camioneta golpeó su vidrio trasero.  Ofendida mi hermana con la falta de respeto sale nuevamente y le pregunta a la compañera del conductor si hay algún problema, a lo cual ella le responde con un relampagueo de luces y le grita: “Apúrese que tengo que llenar mi tanque”.  ¿De qué le servía apresurar a mi hermana si el conductor ni siquiera había regresado de pagar en caja?  Frente a todo esto estaban los guardias de la estación y no hicieron nada; al dirigirse a ellos solo le responden: “Así es la gente, seño”.

Me sigo preguntando, ¿creerán que su mamá no estuvo en la misma condición cuando los estaba esperando? ¿Les hubiese gustado que la tratasen así?  Creo que no.  Y aunque no se tratase de una mujer embarazada, ¿acaso no nos merecemos todos respeto?  Se nos olvida que un ser querido o nosotros mismos podemos estar en una situación como ésta.

El caso suena bastante desconsolador, sin embargo, unos días después me sucedió algo que me hace recordar que siempre hay esperanza.  Yo conduzco una motocicleta estilo “pasola” para dirigirme a la Universidad en la que trabajo.  Aunque me da pena admitirlo, primero por distraída y luego por confiar que la eficiencia de mi moto me llevaría más lejos, me quedé sin gasolina en el redondel del bulevar Austriaco.  De inmediato comencé a empujar la moto en una orilla, logrando subir a ella solo en una pequeña bajada.  Cerca del redondel de Cayalá un compañero motorista se detuvo a ofrecerme ayuda.  Al principio estaba desconcertada y dudando si no tendría alguna mala intención, pero todo lo contrario, desinteresadamente compartió un poco de su combustible conmigo para que pudiera llegar a la próxima gasolinera. 

En fin, creo que nuestra humanidad aún sigue allí, aunque sea escondida.  No dejemos que se nos pierda por el estrés de la vida diaria, el egoísmo o simplemente porque sí.

viernes, 2 de octubre de 2015

Yo no soy una dama, simplemente soy mujer



Yo no soy una dama, pues no espero a que me abran la puerta o me coloquen la silla, ¡si es tan fácil moverlas yo misma!  No necesito que me inviten a comer o a salir, yo puedo comprar el café que me tomaré, y si no tengo para ello, pues es mejor tomar el de la oficina.  Eso me da la libertad de pedir a mi gusto y no ser dependiente de la voluntad, gustos o humor ajenos ni me pone en aprietos para convencer o seducir a otro para tener algo.

Aunque debo admitir que de vez en cuando, para ocasiones especiales, luzco un par de tacones, no me creo esa idea, no sé si represiva, autodestructiva o ambas, de que usar zapatos bajos es andar en “fachas”;  yo disfruto de toda la cómoda y práctica condición de no tener que balancear delicadamente todo el peso de mi cuerpo en dos palitos teniendo las plantas completas de los pies.  Además, mi altura ya es suficiente, pero me pregunto ¿habrá alguna altura que sea insuficiente?

Puedo cargar pesos moderados, colocar el garrafón de agua pura y llevar mis propias cosas cuando voy a algún lugar.  ¿Será posible que la complexión de las mujeres sea tan débil y la de los hombres sea el doble de resistente?  Lo dudo, definitivamente no es la misma, pero mi complexión femenina sí me ha permitido siempre trasladar mi equipaje e incluso otras cargas.
Si me ofrecen ayuda de cualquier tipo me gusta que sea porque soy un ser humano y no una “damisela en apuros”. ¿Es que acaso los hombres no necesitan también ayuda en algún momento?

A mí no me gustaría que el “varón de la casa” fuera a llenar mi tanque de gasolina para no “exponerme” al peligro; a mí me gusta pasar a autoservicio a echar el combustible que consumo.  Es más, yo ando en motocicleta, bueno, es más bien una pequeña motoneta, pero no se alarmen, conducir carro antes tampoco era algo glamoroso sino tarea o privilegio de los hombres.

Casi se me olvidaba, aunque sé manejar las artes cuasi-ocultas del maquillaje, no me asusta salir de casa sin esos retoques ni me esclavizo a ellos; antes prefiero mostrarme al natural, tal y como soy con imperfecciones  y, de paso, dormir un tiempecito más en las mañanas.  La apariencia impecable raras veces se asoma por mi closet y cuando lo hace es una compañía un tanto quisquillosa.

No me da pena expresar lo que pienso para no sonar irreverente, ni dejo de hacer cosas porque no les parecerían agradables al resto; no necesito andar en grupo ni de un buen mozo que me lleve y que me traiga; no me molesta ensuciarme y, finalmente, no entiendo por qué es una obligación cargar cartera siempre.

Yo no soy una dama.  Tal vez me ha salvado  de esa preocupación, y sobre todo limitante, el estar más rodeada de mujeres independientes, seres completos por sí mismas, que por hombres.  A pesar de que luego estudié una profesión tradicionalmente de mayoría de género masculino no he estado rodeada de caballeros, lo cual tampoco me puse en la molestia de exigir, porque eso sí, si no se les recuerda y demanda, en estos tiempos la caballerosidad es sumamente escasa.  Pero bueno, al final no me es indispensable y fue más sencillo ser solo una compañera más.   ¿Estaré actuando equivocadamente?  No lo creo, estoy cambiando esquemas y patrones, al igual que muchas mujeres valientes que han decidido ser ellas mismas a su gusto.

Y por supuesto, respeto a todas las que sí son damas;  no por ello son personas superficiales o vacías, en muchos casos son personas admirables, exitosas y felices.   No puedo decir que ser una dama esté mal; creo que es una de las expresiones de la femineidad, aunque claro está, no su único componente, y que también puede ser una realización personal. Pero respecto a mí, prefiero no calificarme de esa forma, yo simplemente soy una mujer.


viernes, 25 de septiembre de 2015

Eso del amor...

El amor tiende a nada, pero lo es todo.  El amor debería serlo todo, pero tiende a nada.  No está en las palabras, pero se expresa en ellas.  Se demuestra con hechos, pero no se trata solo de ellos.  Se encuentra en lo más profundo del ser, pero a la vez invita a salir de sí mismo.

En la vida no he encontrado nada más complejo, pero al mismo tiempo es tan simple que no consta de partes ni tampoco se encuentran detalladas explicaciones de él porque no parecen ser necesarias; de alguna forma todas las personas parecen conocerlo, así que no se define aunque sí se describe extensamente.

A veces pareciera que lo guardamos porque no queremos que se nos acabe, pero totalmente opuesto a las leyes matemáticas y físicas, mientras más amor damos, más tenemos.
Las noticias de desesperanza del mundo nos pueden hacer creer que se está extinguiendo, pero en las crisis y en los momentos buenos que pasan todos los días nos damos cuenta de que sigue aquí, palpable entre nosotros.

¿De qué otra forma nos dispondríamos a cuidar de otros, a convivir con una persona a pesar de sus defectos, a brindar algo a alguien más, aunque sea solo una sonrisa?  ¿Por qué lo haríamos en lugar de procurar nuestra propia supervivencia?  Solamente el amor nos lleva a cometer locuras y al mismo tiempo nos da las fuerzas para mantenernos en él y a disfrutar sus implicaciones a pesar de ser tan agotador.

Solamente el amor puede ser tan fuerte y tan sutil para pasar desapercibido; aunque muchas veces se le atribuyen efectos que no son propios de él: obsesiones, dependencias, martirios, ilusiones.  Pero no, el verdadero amor siempre construye; trasciende al que lo genera y con quienes entra en contacto.

Las películas y las historias nos han hecho creer que es exclusivo de las parejas de enamorados.  Si bien es cierto que este amor “eros” está entre los más notables, llamativos e inquietantes, tiende a ser fugaz debido a que su intensidad lo consume rápidamente.  Es un amor de origen instintivo, por lo que puede alterar a la persona y la persona llega a él por un impulso.  Genera muchas confusiones porque la persona recibe luego una lluvia de impulsos y es difícil reconocer los que le llevarán a un amor más consistente.  Y es más complejo aun porque, debido a nuestras interrelaciones con los demás, estamos en una tormenta de lluvias.  A diferencia de los otros amores es limitado porque, para ser profundo y completo, debe ser exclusivo y demandar correspondencia del otro.

Sin embargo el amor tiene muchas formas, cada una con sus características, aunque ellas se entremezclan y no mantienen límites en nuestro ser.  Amistad, maternidad, paternidad, pasión, romance, autoestima, compañerismo, pertenencia, amor filial.  Todos están dentro de nosotros mismos; cuando sintamos que hace falta lo único que debemos hacer es buscar dentro y lo encontraremos. 

No debería esperar nada a cambio, sin embargo en más de algún momento sentimos la necesidad de recibirlo, pues claro, también estamos hechos para eso y somos merecedores de él porque el amor es ese “algo” con propiedades energizantes que nos llena y revitaliza. Es necesario para todo ser humano recibirlo; recibirlo sin exigirlo y sin despreciarlo; de no sentirlo desbordantemente entonces hay que buscarlo.  Hay que buscar ese lugar o espacio de acogida con anhelo pero sin agobio, con pasión pero con ternura, es decir, con amor.  Si ese sentimiento de falta aparece hay que pensar que tenemos muchos amores en nuestra vida y que aunque varios falten no faltará el de aquel Otro que es la fuente misma de él. 


¡Ay, el amor!  No es una cuestión física, pero se puede transmitir a través del cuerpo.  Es acoger y cuidar a los otros, pero no debe llegar a la sobreprotección ni al descuido propio.  Es un hacerse esclavo libremente sin perderme a mí mismo, sin dejar de ser yo; fusionarme sin desaparecer.   En fin, el amor tiende a nada, pero, al integrarlo, lo es todo.

viernes, 18 de septiembre de 2015

El "Otro"

Se trata del “Otro” con mayúscula, ese único e inigualable ser que no podemos comprobar su existencia pero que nos cautiva de tal manera que todos, en todos los tiempos, en algún momento, lo han y lo hemos buscado, aunque sea para negarlo.

Tratamos de imaginarlo, de explicarlo… pero solamente logramos darle figuras al estilo humano o de nuestro entorno, según nuestro entendimiento nos lo permite.  A veces se sale tanto de nuestro alcance que creemos que no existe, sin embargo nos ha marcado tan sutil y profundamente que no siempre logramos percatarnos de ello.

¿Que cómo sé que existe?  ¿Es que acaso podríamos dudar de lo que no tenemos percepción, de lo que no tenemos conciencia?  Si podemos dudar es porque en el fondo nos ha tocado y el inconsciente nos permite la idea de cuestionarlo.

Los filósofos son los que han intentado racionalizado.  A los que lo han buscado tan apasionadamente al punto de tener una relación cercana con Él los han llamado místicos.  Y cada persona, inclusive dentro de una misma creencia, tiene diferente idea de Él; esto es porque se acerca de tal forma, no a todos, sino a cada uno individualmente, que la experiencia de Él es inigualable.  Es más, no tiene que ser “Él”; puede ser “Ella”, ambos o más bien ninguno de los dos géneros.

Otra prueba es el amor.  El amor no es realmente una cualidad humana.  Naturalmente somos egoístas, destructores, hasta insensibles; el instinto fisiológico de supervivencia nos puede hacer pasar sobre cualquiera y sobre cualquier cosa.  Sin embargo, amamos, somos susceptibles al amor,  inclusive en el peor de los casos se muestra amor en alguna medida aunque sea en limitadas circunstancias.  En muchas, incontables ocasiones se llega a amar extendida e intensamente.  ¿De dónde nos viene esto?  De Dios.  El amor es una cualidad divina y el signo que Dios está en nosotros.  Él nos llena de amor y nos da la capacidad de darlo y recibirlo;  Él es la fuente.

Pueden llamarlo de diversas formas en diferentes partes del mundo, del Universo, pero es el mismo.  Siempre lo fue y siempre lo será.


viernes, 11 de septiembre de 2015

Ese otro...

Bueno, empezaré estos escritos, no por el principio, pues creo que este capítulo no es el primero en el orden de la vida, pero sí uno de los más conflictivos, sino el más conflictivo para todos.  Sí, sin generalizar imperfectamente, para todos.

De hecho es un tema que me ha dado vueltas en la cabeza desde hace algún tiempo y me ha hecho darme cuenta de que me gusta filosofar.  Más que eso me ha hecho hacer un alto para empezar a escribir mis reflexiones filosóficas porque me ha impactados tanto últimamente que me parece ha distorsionado mi antigua forma de ver y vivir la vida que tanto me gustaba.  Sin embargo, no quiero seguir dejando pasar mis pensamientos, por lo que trataré de incluir en mis escritos tanto la que fui, aunque no creo que esa esencia haya dejado mi ser; la que soy, aunque no me agrade del todo; y la que seré, aunque signifique que me estoy redefiniendo para vivir en plenitud.

Eso me intriga y lo que me intriga me impulsa, y lo que me impulsa me rescata del agujero en donde me encuentro.

Sí, encontrar “ese otro especial” pareciera ser una tarea encomendada por saber ni quien y a la vez una travesía sin mapa para descubrir un tesoro que ¡no tenemos idea ni qué es!

Exacto, es así de complicado y complejo el proceso que llegué a pensar en él como un milagro, como ese tipo de cosas que demuestran que Dios existe porque sucede muy frecuentemente a pesar de lo difícil que es.  Me sorprende tanto a veces que las personas encuentren pareja porque se tienen que cumplir varias condiciones:

  1. Que yo le guste al otro, le atraiga al otro… bueno, tal vez eso no es tan difícil.
  2. Que a mí me gusto el otro.  Allí se aumenta el grado de complejidad de la situación.
  3. Que coincidamos en el tiempo y en el espacio, y
  4. Que se den las condiciones necesarias en el medio para poder compartir, convivir, que el contexto lo permita… para bueno ese otro es hijo de la familia enemiga o resulta que se tiene que ir a vivir a algún lugar lejano…


Hacer coincidir todo esto no puede ser obra de la casualidad, y mantener la relación son “otros veinte pesos”. 

Luego, analizando la dinámica más fríamente, me puse a pensar que es algo tan común que resulta por dos cosas muy simples: voluntad y conveniencia.  Es más, ¡ni si quiera se deben de dar las dos juntas!  Una posición extremadamente opuesta, ¿no?

Al analizar este aspecto de la vida se puede observar que no es algo ajeno, es una faceta plenificante del ser humano ya que lo hace “ser” para alguien.  Lo importante es aprender a transformar el enamoramiento del amor eros en algo más constante; es colocar cera a la mecha para que no se consuma vorazmente, sino que dé luz y calor de forma más prolongada.  Al final creo que lo más importante al tener a ese “otro” al lado es alimentar día a día el amor mutuo; construir al otro y construirme a mí misma como mejor persona, porque el amor no se encuentra, el amor se construye.  Lo importante de una relación es tener la capacidad de darse del todo para al mismo tiempo llenarse por dentro y por fuera, y, procurando también, si debe darse una separación, de hacerla con madurez para no lastimar ni al otro ni a mi persona y poder seguir adelante con la satisfacción de lo vivido.

Profundo, ¿verdad? Tal vez por eso es uno de los temas de conversación por excelencia, es el tema central de infinitas historias en todos los tiempos y sociedades y ha sido y seguirá siendo la inspiración de muchas obras en todo tipo de arte tanto porque se dé felizmente esa conexión o no.

Y a pesar de los desencantos volvemos a caer en el anhelo de ese otro que sea para mí y sea uno conmigo porque el estado de euforia que produce es tal que nos lleva un paso afuera de nuestro raciocinio y de nuestro yo, ¿cierto?