viernes, 10 de enero de 2020

Mi fe


La fe es un tema muy abstracto y en estos tiempos se ha vuelto casi un tabú.  Sin embargo sigue siendo una inclinación muy humana, es como un instinto pero de una índole muy sublime.  Escribir sobre mi fe me parece difícil debido a que es un tema muy profundo, pero me sentí movida a hacerlo.

Mi fe no está llena de devociones ni de signos, pero sí sabe reconocer caminos ejemplares para tomar consejos de ellos.  También ha aprendido a disfrutar de las manifestaciones que llegan a los sentidos y ayudan a elevarlos.

Aunque se escuche dramático, he de decir que en algún momento mi fe se derrumbó por completo, al punto de quedar perpleja ante mis escombros. De repente una chispa dentro de mí no permitió que me quedara paralizada ante esa escena y de los escombros no me quedó más remedio que empezarla a construir de nuevo, solo que con mejores bases y más resistente.  Mi fe se construye ahora, más sólida y a la vez más natural y abierta, con la ayuda de otros.

Mi fe está pasando de ser una costumbre heredada a ser algo propio, algo real, algo que comprendo y creo, no algo que repito porque los otros lo hacen. Mi fe es ahora una faceta de mi vida más sentida y, aunque parezca contradictorio, más razonada; es la resultante de las respuestas a mis cuestionamientos y, mientras las respuestas llegan poco a poco, surgen nuevas preguntas.  

Mi fe es algo que aún no puedo explicar pero que vivo y exhalo todos los días, muchas veces sin darme cuenta.  Mi fe sigue siendo todavía un tema pendiente del cual, a lo mejor, escribiré en otra ocasión.

Elaboración de alfombras para cortejos procesionales en la ciudad de Guatemala