La filosofía y la ciencia son dos vertientes que se encaminan hacia ese mismo objetivo: la verdad. Mientras la filosofía es, según Sócrates, “el amor permanente a la sabiduría y a la verdad de las cosas”, también es considerada “la madre de todas las ciencias”. La ciencia, por su parte, es definida por la Real Academia de la Lengua como el “conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales”. El conocimiento obtenido a través de la ciencia es un componente de la sabiduría, la cual es el corazón de la filosofía.
La Filosofía de la Ciencia estudia las bases de la argumentación y técnicas científicas; la estructura del razonamiento y la comunicación; la articulación de las ciencias con el desenvolvimiento de la sociedad y los efectos recíprocos de una en la otra; el impacto del conocimiento y desarrollo de la tecnología en el mundo, etc. En fin, es un extenso campo que involucra las interrelaciones de diversas materias.
Más que la obtención de un título de posgrado como éste, todos, pero con más énfasis los profesionales, estamos llamados al cuestionamiento crítico, a la actualización constante, al desarrollo de ideas y propuestas, y a compartir del mucho o poco conocimientos que tenemos con los demás.
Albert Einstein dijo: “La cosa más bella que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de toda verdad y ciencia”. En definitiva el misterio ha sido uno de los motores que mueve nuestra civilización, de la misma forma que individualmente nos lleva a alcanzar muchas de nuestras realizaciones como seres humanos. Así que, sea cual sea nuestra profesión, mantengamos viva nuestra curiosidad y no olvidemos que “de científicos y filósofos, todos debemos tener un poco”.