viernes, 27 de noviembre de 2015

El dinero

El dinero no existe, pero nos han hecho creer lo contrario.  Es simplemente un invento, un intento de “valorar” numéricamente cosas e incluso a las personas equiparándolas con metales o con papel.

En los tiempos posmodernos el dinero es todavía menos que eso, es solamente un dato almacenado en un servidor, una cifra que aumenta en un momento dado y luego va disminuyendo  a través del tiempo; un número, que gracias a los financistas, ha pasado del orden de los naturales al de los reales, porque resulta que puede ser negativo.   Sí, por supuesto sé que un saldo negativo significa una deuda, pero ¿cómo es posible tener menos de cero de algo concreto?  Sin embargo seguimos teniendo la idea de que al realizar un pago “en línea” o una “transferencia”, el dinero se ha “movido”.  Realmente no, solo se cambió un número por otro en una memoria virtual que luego se despliega en una pantalla.

¿Quién es el que designa cuánto vale algo? ¿Un sistema de costeo? ¿El mercado? ¿La legislación? ¿Los negociadores? ¿Economistas? ¿Alguien con el poder de hacerlo? ¿Ideas que se tienen en general sobre lo “escaso” y lo “valioso”?

Existe una técnica de evaluar el nivel de los precios de un país.  Ésta consiste en comparar la cantidad de hamburguesas Big Mac, tomado como un estándar, que se pueden comprar con moneda nacional equivalente a una cantidad de dólares, dando como resultado que no se puede comprar la misma cantidad de bienes en distintos países (ver Índice del Big Mac).  No es esto acaso una muestra de lo amañada que está la asignación de valor monetario. ¿Cómo es que el poder adquisitivo puede variar tanto de un lugar a otro vecino?

¿Por qué vale menos el trabajo de una persona que el de otra? ¿Qué tanto deberían pesar la preparación, la experiencia y la responsabilidad del puesto?

El dinero no existe como algo natural, es simplemente una idea más, que funciona un tanto como medida subversiva para hacer a algunos pocos más poderosos que el resto.  La idea del dinero también se adaptó a la convivencia social debido a la tendencia del ser humano de “acumular”; así sentimos que “tenemos”, como si el tener más fuera a hacernos más felices.  Además, dependiendo de la política monetaria del Banco Central, se puede “crear” más moneda solo ordenando que se imprima o acuñe.

Y del interés, ¡ni hablemos! Tasas fijadas por… ¡¿el riesgo?! ¿La disponibilidad de capital?  Todos números asignados a conveniencia.

Me podrán decir que el dinero ha hecho prácticas las transacciones comerciales. Sí, seguro que sí, aunque también nos ha hecho propensos a ser víctimas de robos.

En fin, existen en realidad los recursos y las personas.  La próxima vez que vea su estado de cuenta o consulte su saldo, piense en lo siguiente: ¿en verdad posee usted eso?  ¿Es que acaso posee algo? Y si lo posee, ¿qué es?




viernes, 6 de noviembre de 2015

¿Cómo pretendemos calmar la violencia?

Ésta es una pregunta desconcertante de la cual demandamos respuestas, pero las escasas propuestas no logran abarcar una mínima parte de sus implicaciones. Empezando por el hecho de que con frecuencia se utiliza la palabra “combatir” con lo cual inmediatamente se cae en una actitud que induce a pensar en violencia; por lo tanto, sería conveniente buscar un término más significativo, que nos sugiriera otras vertientes para enfrentar el problema, como evitar o calmar.

La muy codiciada paz se construye día a día en cada individuo, familia y comunidad.


Debemos comprender que la muy codiciada paz se construye día a día en cada individuo, familia y comunidad, antes que en la sociedad, y no se puede dejar esta construcción exclusivamente en manos de las personas que ejercen cargos públicos. Tampoco se puede esperar que imponer un castigo a quienes ejecutan actos violentos recompense a los afectados y les devuelva su tranquilidad. Considero que más que únicamente reaccionar, o tomar medidas paliativas, hay que actuar sobre el núcleo del problema.

Pero, ¿cómo podemos llamarnos civilizados, cuando ni siquiera somos capaces de dar la vía al ciudadano del otro vehículo para que el proceso de transportarnos sea lo menos estresante para todos?

Hace falta mucha educación, inculcar principios morales y éticos, compromiso por el bien común, comprensión de la dignidad humana, trabajo duro y no mediocre; en fin, habrá muchas sugerencias más que nos permitan disminuir el clima violento que nos asfixia.

Los actos de violencia que se publican en los medios de comunicación, se comentan en las conversaciones o vemos en las calles, nos afectan a todos los guatemaltecos aunque no las recibamos directamente porque formamos parte de una misma sociedad; nos producen una psicosis en la cual sentimos vedado el derecho a circular por las calles, a la expresión, a la libre empresa.

El ser humano también tiene una dimensión política adquirida, no al participar en X o Y partido, sino simplemente al ser parte de la “polis”, Estado o la ciudad, cada actividad que se realiza en ella es política. Es un deber moral el velar por la construcción de un mejor país desde nuestros hogares, lugar de trabajo, estudios, etcétera, al comprometernos con la excelencia, al influir positivamente en las personas a nuestro alrededor.

Las figuras propuestas para ocupar cargos públicos deberían ser reconocidas por su apuesta constante a la construcción de la paz, al desarrollo social y evidente equilibrio en todas las dimensiones humanas, y nunca por promesas con cimientos débiles incapaces de soportar un proyecto razonable de nación. Ahora bien, ¿qué tipo de paz podemos esperar cuando ni siquiera se logra por parte de los candidatos una participación objetiva y culta en actividades de comunicación de ideas?

El camino hacia el progreso no se puede construir buscando el “estar mejor yo” cuando se perjudica a los demás, pues al final tampoco se logra el bienestar propio. En cambio, el velar por la paz aunque parezca un trabajo más elaborado, es recompensado exponencialmente con satisfacciones y crecimiento tanto personal, como colectivo.

Parque central de Quetzaltenango, Guatemala