viernes, 10 de enero de 2020

Mi fe


La fe es un tema muy abstracto y en estos tiempos se ha vuelto casi un tabú.  Sin embargo sigue siendo una inclinación muy humana, es como un instinto pero de una índole muy sublime.  Escribir sobre mi fe me parece difícil debido a que es un tema muy profundo, pero me sentí movida a hacerlo.

Mi fe no está llena de devociones ni de signos, pero sí sabe reconocer caminos ejemplares para tomar consejos de ellos.  También ha aprendido a disfrutar de las manifestaciones que llegan a los sentidos y ayudan a elevarlos.

Aunque se escuche dramático, he de decir que en algún momento mi fe se derrumbó por completo, al punto de quedar perpleja ante mis escombros. De repente una chispa dentro de mí no permitió que me quedara paralizada ante esa escena y de los escombros no me quedó más remedio que empezarla a construir de nuevo, solo que con mejores bases y más resistente.  Mi fe se construye ahora, más sólida y a la vez más natural y abierta, con la ayuda de otros.

Mi fe está pasando de ser una costumbre heredada a ser algo propio, algo real, algo que comprendo y creo, no algo que repito porque los otros lo hacen. Mi fe es ahora una faceta de mi vida más sentida y, aunque parezca contradictorio, más razonada; es la resultante de las respuestas a mis cuestionamientos y, mientras las respuestas llegan poco a poco, surgen nuevas preguntas.  

Mi fe es algo que aún no puedo explicar pero que vivo y exhalo todos los días, muchas veces sin darme cuenta.  Mi fe sigue siendo todavía un tema pendiente del cual, a lo mejor, escribiré en otra ocasión.

Elaboración de alfombras para cortejos procesionales en la ciudad de Guatemala



lunes, 16 de septiembre de 2019

Lo que aprendí en un monasterio



Tuve la oportunidad de vivir cerca de tres meses en un monasterio de clausura.   Aunque ustedes no lo crean todavía existen en el siglo XXI y con miembros lo suficientemente activos para mantenerlos en pie.

Antes de mi estadía conocí desde fuera a las monjas que habitan en el monasterio y me di cuenta, sobre todo, que son personas normales, como todas, con metas, preocupaciones, trabajo, inclusive sentido del humor y demás. Eso sí, pude percibir que la vida ahí es como trasladarse a un universo paralelo, no porque estén totalmente aisladas, al contrario, se mantienen muy al día de las noticias, sino porque viven la vida a su ritmo y con sus propias reglas. 

Sin ánimo de entrar en detalles sobre el día a día en el monasterio, quiero compartirles las valiosas lecciones que aprendí ahí:

1) Disfrutar de todo lo que se hace. Al cambiar nuestra actitud para disfrutar lo que hacemos, sea lo que sea, nuestro ser lo recibe y lo realiza de una forma más suave y fluida. Siempre habrá actividades que nos gustan más que otras y tareas que debemos realizar por ser parte de nuestras responsabilidades u obligaciones, pero sin importar lo que sea: oficio, recreación, meditación, estudio, hazlo con gusto.  Ojo, también mencioné la recreación ya que en ocasiones no nos permitimos disfrutar nuestro tiempo libre.

2) Es mejor vivir de forma sencilla.  El consumismo nos desgasta y nos deja vacíos por dentro.  Es posible subsistir en este mundo evitando acumular demasiado sin dejar de lado la comodidad necesaria para tener una vida placentera. (¡Oh sorpresa! Esto ya había sido descubierto y es conocido como “minimalismo”).  Vivir de forma sencilla implica cuidar todo lo que se tiene con un sentido de pertenencia pero al mismo tiempo considerándolo como un préstamo, incluyendo al medio ambiente; sin embargo no se trata tampoco caer en el extremo de la miseria.  Es un fino arte de encontrar un balance para habitar en un lugar digno, es decir, limpio y con todo lo que se necesita para desempeñarse, descansar y recrearse.

3) No tomar las cosas demasiado en serio y no dejarse afectar por las opiniones de los demás.  Claro, sí debemos escuchar con respeto sus opiniones para analizar sus argumentos y tomar lo que nos sirva; el resto simplemente debemos desecharlo. Recordemos que nuestra percepción de las situaciones no es la realidad ya ésta está influenciada por nuestra subjetividad; por lo tanto las percepciones de un mismo hecho pueden variar.  Lo mismo sucede inclusive con las frases o hasta palabras que nos dirigen los demás.

4) Aceptarse tal cual se es.  No podemos ser quienes no somos, por lo cual es mejor ser sinceros con nosotros mismos y aceptar nuestras actitudes, ideas, temperamento, cualidades, defectos, etc. Seamos realistas, pasaremos toda una vida con nosotros mismos, así que es mejor conocernos y aceptar lo que nos está pasando: lo que sentimos, lo que nos disgusta, lo que deseamos. Esto incluso nos ayudará a evitar problemas ya que en gran parte los conflictos que tenemos con los demás se dan por cuestiones propias, internas que no reconocemos.  La auto aceptación abarca también dejar de hacer las cosas por querer quedar bien con los demás.

5) Y la última, pero la más importante: Dios me ama, me ha amado y me seguirá amando siempre, sin importar en dónde me encuentre, a qué me dedique, lo que haga o deje de hacer, si me equivoco catastróficamente o si llevo a cabo una gran hazaña para salvar a miles de personas.  Dios siempre me amará infinitamente. 




lunes, 11 de junio de 2018

Ya nada soy...


Ya nada soy, ya nada tengo, ya nada quiero.
Ya nada deseo, de nada gusto, 
nada me satisface ni me complace.

Y no, no estoy mal porque ya nada quiero, 
ya de nada gusto;
es que simplemente solo a ti te quiero.




Amanecer desde las ruinas de El Mirador, Petén, Guatemala.




viernes, 12 de febrero de 2016

Esos pequeños llamados niños

Los niños, esos pequeñuelos necesitados, no solo de alimento, vestido y techo, sino también de cuidados y tiempo.  Son esas creaturas llenas de vida y de inocencia, de ternura y energía.  Mi jefe dice que un niño es la mayor “obra de arte” de todo padre, y tiene toda la razón.  Los niños aprenden todo de sus mayores, quieren ser como ellos, los imitan y quieren tenerlos a su lado todo el tiempo; sin embargo los adultos, en nuestras ocupaciones diarias que muchas veces son sin sentido, les privamos de la atención que necesitan.   Es difícil dejar a un lado las cosas “de grandes” para ponerse a jugar con un niño o niña, para imaginar la “comidita” en trastecitos de juguete o mover carritos miniatura, pero al hacerlo se queda el alma tan llena y alegre que se encuentra realmente re-energizada. 

Si bien es cierto que ellos no tienen las preocupaciones del trabajo ni las responsabilidades de casa, nos enseñan que dejamos que se nos vaya la vida en cosas superfluas en lugar de disfrutar lo sencillo que tenemos en el ahora.   Nos muestran que vivimos pre–ocupados y guardando apariencias, en lugar de ser espontáneos como ellos.  Y lo peor es que muchas veces se descargan en ellos enojos causados por otras personas; cuando hacen sus dinámicos movimientos, risas y juegos, los mandan a callar o a estarse quietos, a “comportarse” según  lo establecido por nuestra sociedad de adultos.  Sí, bajo el pretexto de educarlos se desquitan con ellos los problemas con la pareja o los enojos y tensiones del trabajo.  En algunos casos inclusive a las personas les molestan sus muestran de cariño, siendo éstas las más sinceras y puras de este mundo.

No me mal interpreten, me imagino que tener a cargo la crianza de un pequeño debe ser sumamente complicado pues también es necesario mostrarles el buen camino y la sana convivencia , pero siento que hace falta que se les corrija con amor y se les eduque con amor.

Seguramente nuestros padres también querían lo mejor para nosotros, pero el mundo de los adultos nos pudo haber cohartado: “cuidado ahí”, “no corras”, “te vas a caer”; todo esto nos llenó de miedos, nos hizo limitar nuestras posibilidades, perder incluso nuestras habilidades físicas.  “No toques”, ¡pero si las experiencias entran por los sentidos! Tampoco puedo dejar de mencionar a las mamás que no dejan que sus hijos se ensucien porque al tenerlos impecables es un orgullo para ellas. Pero, ¡¿cómo se va a vivir la vida sin salir con algunas manchas?!  Imposible.  Y finalmente, ¿a cuántos niños no los han regañado fuertemente por hacer una travesura como tocar el maquillaje de mamá o los papeles de papá?  Lo cierto es que ellos únicamente querían imitar a sus padres, como lo hacen en todo, hasta en las posturas y gestos.  El error es de los padres por no estar pendientes de sus retoños.

Lo que más me entristece son los malos ejemplos que les damos: “No hay que pegar”, pero a ellos les pegan; “no mientas”, pero a ellos les mienten y engañan.  Y sin embargo siguen dando su amor incondicional y manteniendo su admiración… hasta que crecen y se vuelven como nosotros.

¡Ay, los niños! Hay que aceptar que en algunos momentos llegan a desesperar, pero que también tenemos mucho que aprender de ellos. ¡Uff! ¡Y de su capacidad de adaptación y supervivencia, ni hablemos!

Las actitudes que veo me hacen pensar en la formación tan poco integral que recibimos.  Nadie nos explica que los mensajes que enviamos, incluyendo los no verbales, se graban en el inconsciente, hasta que resultamos en el psicólogo años después intentando desmarañarlos.  No comprendemos que la motricidad de un infante aún no está desarrollada, y ¿a cuántos no han regañado por quebrar un plato o derramar el fresco?  En lugar de esto deberíamos ponerles ejercicios para desarrollar esa motricidad.  También nos hace falta enseñarles independencia y el valor de las cosas y del trabajo.  En fin, son tantas cosas que nos hace falta saber, y como bien dicen: nadie enseña a ser padre y los bebés no traen manual al nacer.


Intentemos adoptar en nosotros la forma tan natural de vivir de estos pequeños y no dejemos que nuestra limitada mentalidad de adultos condicione todas sus posibilidades o los marque de tal forma que no les permita abrirse a nuevas ideas, o peor aún, a realizarse o ser felices.  Tengamos el cuidado de no enviarles mensajes negativos o ambiguos, especialmente no lastimarlos con palabras hirientes.  En lugar de ello llenémoslos de seguridad y autoconfianza, y sobre todo del cariño que se merecen.


Con dedicatoria especial a mi sobrina y a mis primos pequeños.  Gracias por su astucia, alegría y sobre todo, por su amor.


Niños en las ruinas de Iximché, Guatemala

viernes, 8 de enero de 2016

Puntos de autoayuda



El inicio de año siempre es motivo de reflexión y de metas, por lo que aquí quiero compartirle algunos puntos que pueden servirle para ayudarse usted mismo a… bueno... a llevar su vida de una forma más tranquila.  Por supuesto, no son leyes absolutas, ni los únicos consejos por seguir, pero al menos al considerarlos puede abrir un poco su mente y tener más caminos por dónde ir.


1. Viva en el presente.  

Sí, yo sé que ya se lo dijeron, pero hágalo en serio.  Lo sucedido ya se esfumó y el futuro es totalmente incierto e incontrolable, así que mejor concéntrese en lo que está viviendo en el momento: si es trabajar, a trabajar; descansar, a descansar; distraerse, a distraerse.

2. Libérese de tensiones. 

En situaciones que le causen aflixión, pre-ocupación o estrés por no saber qué pasará, imagine el peor escenario y mentalícese en él, acéptelo pues no puede controlarlo todo ni hacer que todo sea a su gusto. Las cosas que sucedan que sean mejores a lo que había imaginado son ganancia.

3. Aprenda a asumir consecuencias. 

Tome las decisiones que deba tomar y asuma lo que suceda con todas las consecuencias, positivas y negativas, porque siempre habrán; siéntase satisfecho por haber elegido lo que eligió, sea lo que sea, de todas formas, aunque no haga nada, eso ya es una decisión y el curso de la vida continuará como una corriente que va llevándose y acomodando todo a su paso. No se lamente por lo que no es o no fue, ¿de qué le sirve?, mejor disfrute el camino que tome.

4. Ocúpese. 

Al ponerse en actividad, ya sea trabajo, estudio, recreación, diversión, no le quedará tiempo para sentirse mal, deprimirse, autocompadecerse…  Mejor si acepta responsabilidades, haga voluntariado, encárguese de las labores domésticas, por lo menos lave usted mismo su ropa.

5. Cambie de ambiente.  

El ver paisajes diferentes ayuda a recargar las baterías, así que cuando pueda organice un viaje, aunque sea uno sencillo a un lugar cercano. Si no tiene compañía, no dude en viajar a solas con usted mismo, eso le ayudará a silenciar ruidos externos, reflexionar y escuchar a su interior.

6. Medite, rece.  

El contacto con el Ser Supremo tiene un efecto balsámico en el alma; aunque no siempre se siente de inmediato, siempre va haciendo una obra de arte en nuestro interior.  Eso sí, un tiempo prudencial porque todos los extremos dañan; lo que nos lleva al punto siguiente.

7. Balancee.  

Hay que intentar encontrar el equilibrio dinámico ya que la vida no es estática, aunque en realidad solo lograremos “tender” al equilibrio pues, como dije anteriormente existen tantos factores y variable en nuestro sistema que no es posible controlar todos. Y “ojo”, el equilibrio no es el mismo para una persona que para otra.

8. Viva lo que le toque vivir. 

Cuando sea tiempo de reír, ría, cuando sea tiempo de llorar, llore.  No espere que la vida sea plana porque no lo es.  Seamos realistas, no todo en la vida es éxitos, hay tanto subidas como bajadas, e inclusive suceden cosas buenas y malas simultáneamente, así que viva lo que le toque vivir en su momento.  Yo siempre digo que quien nunca ha estado triste no puede saber qué es la felicidad.

9. No sea pesimista, mejor dicho, sea optimista.  

Muchos de nuestros sufrimientos son fruto de dramas que nosotros mismos hemos creado.  Tenga una persona de confianza para compartir sus inquietudes y se dará cuenta de que contarlas le permitirá cambiar de perspectiva, lo cual a su vez permite encontrar soluciones más fácilmente.  También trate de hacerse consciente de a través de qué lentes está viendo las cosas: de sus carencias emocionales, traumas, temores inconscientes.


10. Escriba.  

Esto ayuda a liberarse de sus propios pensamientos.  Redacte sus propios puntos de autoayuda y compártalos.  Se dará cuenta que hay más personas de las que usted imagina tratando de salir de agujeros.

Un agradecimiento especial a Don Jaime por haberme compartido de su sabiduría, alguna de ella descrita anteriormente, para poder a navegar esta vida, aunque aún me falta mucho por aprender.